La parroquia fue erigida por decreto oficial unos meses después, el 9 de junio de 1986. Anteriormente, los Padres Vicentinos, que tenían el cuidado pastoral de la zona, habían comenzado a construir algunas capillas. La zona se estaba poblando rápidamente, ya que muchas personas emigraban de las zonas montañosas del país (también a causa del terrorismo de Sendero Luminoso), buscando un futuro mejor en Lima. La gente invadió terrenos públicos y plantó esteras para refugiarse. Poco a poco, cada familia intentó construir una pequeña casa, primero con materiales muy pobres, luego con ladrillos.
También había hermanas dominicas en la zona que daban catequesis y un pequeño dispensario médico, y algunos sacerdotes de Lima vinieron a ayudar. Nuestra comunidad asumió el acompañamiento pastoral de la zona, caminando con la gente, reuniéndola y construyendo las estructuras necesarias para fomentar el desarrollo social y religioso de la misión. La gente ha acogido a los misioneros con gran afecto, felices de tener por fin la oportunidad de dar un paseo de fe, de reunirse para rezar, de construir relaciones fraternas, de experimentar la comunidad cristiana que camina con la guía de los pastores que viven permanentemente en el barrio.
En la actualidad, la parroquia está dividida en 4 zonas pastorales, cada una de las cuales tiene al menos un lugar para las celebraciones litúrgicas:
- La Trinidad: es la iglesia principal (barrio de Mariano Melgar)
- Sagrado Corazón de Jesús (barrio de Micaela Bastidas)
- Virgen de Chapi (barrio de Villa Jardín)
- Santa Rosa de Lima (barrio de Villa Jardín)
- Nuestra Señora de la Solidaridad (barrio de Villa Solidaridad)
- Cruz de la Solidaridad (barrio de Villa Solidaridad)
- María Misionera (en el distrito de la República Democrática de Alemania)
- Virgen Inmaculada (barrio 20 de mayo)
Las Capillas
P. Antonio Urru, actual párroco nos cuenta:
“Sin estructuras donde la gente pudiera reunirse, sin una capilla que hiciera visible la presencia de la Iglesia, no habría sido fácil iniciar un proceso de evangelización. Trabajamos con la gente. Algunos misioneros participaban a menudo en las reuniones del pueblo para conseguir terrenos para construir capillas.
La relación con el pueblo era muy importante. Nos dimos cuenta de que antes de construir estructuras teníamos que aprender a asumir su mentalidad, a discutir los problemas con ellos. Había que incultura nuestra mentalidad occidental. Teníamos que ser muy pacientes: a menudo no podíamos construir rápidamente lo que se había planeado porque los tiempos de la gente no eran los nuestros. Sin su implicación y participación directa, todos los proyectos habrían estado condenados al fracaso.
En un contexto social difícil de pobreza, uno de los objetivos desde el principio fue atender a los niños y a sus familias.
La catequesis familiar nos ha permitido reunir a muchas familias y hacerles experimentar la pertenencia a la Iglesia. El trabajo pastoral con los jóvenes ha sido bastante eficaz, aquí podemos ver la facilidad con la que los jóvenes se “evangelizan” unos a otros, algo que no ocurre en otros grupos de edad. A través de la catequesis de Confirmación, se ha podido reunir a un buen número de jóvenes, y seguir con ellos un camino de crecimiento personal y eclesial, aprovechando su deseo de amistad para invitarles a unirse o iniciar un grupo.
La comunidad cristiana
Dada la amplitud de la misión y el aumento de la delincuencia que impide a la gente desplazarse de un barrio a otro, especialmente por la noche, se decidió descentralizar cada vez más las actividades pastorales, promoviendo más actividades zonales y reduciendo las actividades centralizadas.
Las capillas han recibido más autonomía en su organización y desarrollo pastoral. Las áreas pastorales, la catequesis, la pastoral social, la liturgia, la pastoral familiar, etc. también funcionan de forma autónoma. Esto ha llevado a un desarrollo en el empleo responsable de varios laicos.
El mayor desafío es siempre el de formar líderes comunitarios, personas que tengan la capacidad, el tiempo y la disponibilidad para acompañar un área pastoral, encontrar catequistas disponibles y consistentes en su experiencia de fe.
Sobre todo, las personas piden ser acompañadas en su camino de fe, en la preparación y celebración de los sacramentos, en la catequesis, en la comprensión de la Palabra de Dios. También es muy evidente la necesidad de cercanía humana y espiritual en el camino de las familias y las diferentes categorías de personas, especialmente los jóvenes y los niños. Muchos piden también ayuda para ser auténticos y coherentes en la vida cristiana. Por nuestra parte, también hemos percibido siempre la necesidad de ayudar a crear cohesión social entre estas personas que proceden de distintas partes del país y que, a causa del terrorismo, han vivido en la desconfianza y el recelo hacia los extraños.
