Todos los cristianos son corresponsables de la misión
Hoy, más que nunca, la labor misionera es una tarea compartida por todos: laicos, familias, mujeres, jóvenes. Nadie puede decir: «No me concierne». La misión es un llamado universal que nos interpela a cada uno en nuestro propio contexto.
La cooperación espiritual en la misión se expresa de tres maneras fundamentales:
1. Oración
La oración es el rocío que fecunda el camino de los misioneros, fortaleciendo su labor y dando frutos al anuncio del Evangelio. San Pablo, en sus Cartas, pedía constantemente a los fieles que rezaran por él, para que pudiera proclamar la Palabra con valentía y confianza.
Cada día, los misioneros somos sostenidos por la oración de tantas personas alrededor del mundo. Este apoyo invisible es una fuente de consuelo y fuerza en nuestra misión.

2. Sacrificio
Toda dificultad y sufrimiento, cuando son ofrecidos con amor a Dios, se transforman en fuente de gracia. En su carta a los Colosenses, San Pablo nos recuerda: «Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo» (Col 1,24). A través de nuestro sacrificio, nos unimos al misterio redentor de Cristo.
Muchos amigos y benefactores han hecho de su dolor una ofrenda silenciosa por la misión. Así lo testimonia Giuseppina:
“Queridos misioneros, la enfermedad sigue dándome náuseas y los dolores se trasladan de una parte a otra de mi cuerpo. La quimioterapia me deja sin fuerzas. Desde la primera vez que entré en el hospital, ofrecí todo por las vocaciones y, a cambio, recibí una paz profunda. Ahora pido a Dios y a su Madre que tomen estos sufrimientos míos por vuestra Comunidad. Les abrazo con fuerza.”

3. Testimonio de vida cristiana
Desde los primeros siglos, el cristianismo se propagó gracias a la presencia de cristianos que, con su testimonio de vida, fundaban nuevas comunidades allí donde iban. Hoy, este llamado sigue vigente. En un mundo donde personas de diferentes religiones y culturas conviven cada vez más, nuestra misión es acoger, dialogar, servir y compartir la fe con valentía y amor.
El testimonio cristiano también se vive en la política, la economía, la educación, los medios de comunicación y cada ámbito de la sociedad. Giorgio, un cristiano comprometido, comparte su experiencia:
“Queridos misioneros, espero poder visitarlos pronto con mi familia para presentarles a nuestro recién nacido. En mi trabajo enfrento dificultades porque algunos quisieran impedirme continuar simplemente por ser cristiano. Intento vivir mis valores con apertura y diálogo, pero me doy cuenta de que mi presencia incomoda y corro el riesgo de perder mi empleo. Me han sugerido esconder la cruz que llevo al cuello, pero me he negado. ¿Puedo acaso cambiar mi fe por un trabajo? Confío en el Señor y ofrezco esta lucha por ustedes.”

¿Y tú, cómo respondes?
Como Iglesia misionera, estamos llamados a ser testigos del amor de Dios en cada rincón del mundo. Con oración, sacrificio y testimonio, tú también puedes contribuir activamente a la misión, haciendo presente el Evangelio allí donde estés.
¡Tú eres parte de esta misión! ¿Cómo quieres responder hoy al llamado de Dios?