El carisma misionero de la comunidad se expresa no sólo en los envíos de misioneros a otros países, sino también en la promoción, allí donde estamos, la conciencia de que todos somos enviados a dar testimonio de nuestra fe y somos responsables de la evangelización del mundo entero. Con este objetivo, también llevamos a cabo actividades de Animación Misionera en Costa de Marfil para suscitar en los cristianos el impulso de dar testimonio de Jesús, incluso hasta dar la vida. Con estas actividades construimos puentes de fraternidad, oración y colaboración con otras comunidades de cristianos que viven en otras países y otros continentes.
Esta pasión por la misión se traduce también en la organización de misiones evangelizadoras en aldeas y otros lugares de Costa de Marfil, llevadas a cabo especialmente con los jóvenes que asisten a nuestros grupos misioneros, para compartir la fe y la alegría del Evangelio en comunidades rurales o en lugares donde los sacerdotes nos piden ayuda.
Son experiencias poderosas no sólo para quienes reciben la visita de los evangelizadores, sino para los propios evangelizadores. He aquí las palabras de Alain, un joven participante:
“Muchos encuentros tocan el corazón. Normalmente, estamos acostumbrados a recibir, pero esta experiencia nos dio la oportunidad de dar, de ir casa por casa y compartir nuestra fe y la alegría que llevamos en el corazón. Las familias nos acogieron como enviados de Dios y, juntos, pudimos dialogar y conocernos. Se crearon espacios de intercambio en los que muchas personas compartieron con nosotros sus sufrimientos y acontecimientos familiares, y pidieron oraciones. También sucedió que algunas personas que no estaban en casa durante nuestra visita vinieron a buscarnos para pedirnos que volviéramos a sus casas para rezar y dialogar. Fue maravilloso.”
Durante las misiones se experimenta la presencia de Dios de muchas maneras. Ednalva, una misionera brasileña que se encuentra en Costa de Marfil, cuenta:
“Toda misión es una experiencia de abandono en Dios, de confianza en su Providencia. En los últimos días, cuando salimos para la misión, no teníamos suficiente para comer, pero los jóvenes, a pesar de esta escasez, utilizaron parte del dinero que tenían para traer juguetes a los niños en lugar de comprar comida. La respuesta amorosa de Dios no se hizo esperar. Muchas de las personas que conocimos compartieron generosamente la comida y todo lo que necesitábamos”.
La animación misionera, según nuestra espiritualidad, se combina también con la dimensión de crear unidad, comunión, fraternidad. Significa poner en primer lugar las relaciones, construir relaciones de reciprocidad, fomentar caminos de unidad y comunión en las comunidades cristianas en las que servimos y en la sociedad.
