El 17 de febrero llegan a México los primeros Misioneros de la Comunidad procedentes de Italia. Fueron recibidos por el entonces obispo de Texcoco, Monseñor Carlos Aguiar Retes, quien encomendó a nuestra comunidad el cuidado pastoral de la parroquia Cristo Rey en las afueras de la Diócesis.
Los Misioneros dedican tiempo a conocer a la gente, el territorio, sus peculiaridades, las tradiciones consolidadas. La Misión abarca barrios con diferentes identidades y problemáticas
Se necesita espacio para realizar actividades pastorales. Comienzan los trabajos de renovación de un edificio que servirá como Centro Misionero y albergará a los misioneros. Gracias a los nuevos ambientes es posible acoger a muchas más personas y organizar fines de semana de evangelización y encuentros de formación para la gente.
Los misioneros inician la formación de grupos misioneros y crece el número de voluntarios. Por primera vez se realiza el encuentro de Jeshuá, donde los jóvenes evangelizan a los jóvenes, y el retiro "Dabar" sobre la Palabra de Dios
Los primeros hermanos mexicanos que se unen a nuestra familia enriqueciéndola con la originalidad de la gente local.
En la Colonia Wenceslao, una de las áreas de la Misión, se inician los trabajos de excavación de los cimientos de la Iglesia. En el barrio solo había una Capilla de madera muy precaria.
Durante el verano comienza una actividad que se repetirá todos los años, las "Vacaciones útiles", que ofrece a niños y jóvenes actividades lúdicas y deportivas para sacarlos de la calle y construir relaciones de amistad.
Con motivo de la fiesta de la Trinidad, el domingo, 18 de mayo, se celebran los diez años de presencia de la comunidad en México. La Misa es presidida por Monseñor Víctor René, nuestro Obispo Auxiliar, quien valora el trabajo que hacemos y nos ama. Para la ocasión se arma una carpa “adornada”, gracias a la ayuda de algunos laicos de la Parroquia que trabajan varios días en la preparación del aniversario.
Llamados a consagrarnos a Dios, se viven también con el pueblo celebraciones en las que se hacen los votos de pobreza, castidad, obediencia y comunidad para la Misión ad gentes.
La colaboración con la diócesis está creciendo. Los jóvenes del grupo misionero animan el jubileo diocesano de la juventud con motivo del cincuentenario de la fundación de nuestra diócesis. Son mil 800 jóvenes y adolescentes de todas las parroquias de Texcoco y sus alrededores.
Comienza la cita entre semana que reúne a mucha gente y continúa hasta el día de hoy. Es una celebración que caracteriza a la comunidad de Texcoco y que crea un hermoso ambiente de unión con el pueblo.
Las Obras Misionales Pontificias de México, muy activas en proponer actividades misioneras a nivel nacional e internacional, periódicamente organizamos jornadas para niños, jóvenes y adultos, en las que participamos activamente con temas y/o espectáculos preparados con los jóvenes del grupo misionero.
La Parroquia crece asumiendo el cuidado pastoral de otra colonia, Víctor Puebla, un barrio sin agua, alcantarillado y alumbrado público. Se celebran las primeras misas al aire libre: se inicia la construcción de una pequeña Iglesia. Estamos iniciando un proyecto de alimentación para ayudar a las familias más necesitadas. Posteriormente se activan intervenciones dirigidas a la formación de mujeres, un proyecto de apoyo escolar a los niños y el proyecto “Casitas” para reparar los techos o mejorar las precarias condiciones de las viviendas.
Nace la asociación civil “Juntos sin Fronteras” con el objetivo de fortalecer las actividades sociales en beneficio de la población. Se inaugura el dispensario médico “San Lorenzo”, que brinda atención médica y odontológica a la población más necesitada de la zona. Se lanzan cursos para mujeres para que aprendan un oficio.
A través de la asociación Juntos sin Fronteras, pusimos en marcha talleres de valores y autoestima e integración al mundo laboral en la Universidad Chapingo. También colaboramos en la pastoral universitaria de la diócesis de Texcoco.
Salimos a otras zonas de México con los laicos para dar ayuda, especialmente en Semana Santa, en zonas que no cuentan con la presencia estable de sacerdotes, especialmente en territorios indígenas.
La nueva estructura nos permite una acogida más que personas, grupos y amigos. Se convierte en un importante centro de agregación y cohesión social para muchas personas. Nos complace ver que los fines de semana todos los ambientes son utilizados por jóvenes, parejas, niños, voluntarios…
La Comunidad se moviliza para multiplicar las ayudas a las familias más necesitadas. La situación social y sanitaria es muy grave.