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P. Stefano, un joven sacerdote

Padre Stefano Crosara comparte su vocación con nosotros.
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¡Aquí estoy! Soy Stefano, misionero de la Comunidad de Villaregia desde hace 11 años. El 22 de noviembre de 2021 fui ordenado sacerdote en mi tierra natal, Salcedo, una pequeña ciudad en las colinas de Vicenza. Allí nací, di mis primeros pasos, pateé mis primeros balones y, sobre todo, respiré la fe sencilla, genuina y fuerte de mi familia y de mis compañeros de pueblo.

Tuve mi primer encuentro con la Comunidad a los 21 años, a través de una invitación a Je-shua, un fin de semana de espiritualidad que me permitió no solo conocer a los misioneros, sino también responder a la pregunta: “¿Cómo paso mi vida dándole sentido y plenitud?” En ese momento, habiendo terminado el bachillerato, trabajaba como obrero metalúrgico y ese encuentro me impulsó a una búsqueda que me llevó a dar mi pequeño sí a Dios en octubre de 2009, año en que ingresé a la Comunidad.

Después del primer año en Villaregia, continué mi formación en Pordenone: una maravillosa experiencia de amistad con voluntarios y miembros agregados. También recuerdo el estudio de la teología como un momento de fraternidad junto a otros misioneros en formación, con los que íbamos al seminario por la mañana temprano en bicicleta, desafiando el invierno friulano. Después de mis primeros votos, continué mi viaje en Lima, Perú. La noticia de esta partida me llegó de forma inesperada, pero la tomé con gran alegría y me abandoné con confianza en las manos de Dios.

Después de seis años el hermano Stefano regresa a Italia para continuar con su camino en la comunidad de Cerdeña. Agradeciendo por el tiempo compartido en el Perú, nos ha preparado un vídeo para despedirse de todos los que le han acompañado en su trabajo de misionero.

Han sido años en los que el Señor ha confirmado mi vocación a la comunión y a la misión, haciéndome pronunciar con alegría mis votos definitivos en la Comunidad en enero de 2019. Pero no solo eso, en su misericordia, muchas veces por la voz de los humildes, Dios me hizo sentir un nuevo llamado a ser su ministro en el servicio sacerdotal, en la diócesis de Lima, donde comencé y viví todos los pasos hasta celebrar la ordenación diaconal en octubre de 2019.

La intensa vida pastoral del nuevo servicio pronto tuvo que reducirse debido a la pandemia, y el largo cierre comenzó a mediados de marzo. En agosto, volví a Italia para visitar a la familia y prepararme para la ordenación sacerdotal.

Así que en enero de 2014 aterricé en esa tierra, nueva y desconocida para mí, donde he pasado los últimos seis años y medio de mi vida, los cuales fueron años llenos de experiencias, encuentros, trabajo y, sobre todo, de fraternidad con un pueblo muy rico en cultura y tradiciones. Aquí reanudé mis estudios de teología en el instituto de los jesuitas, donde hay una gran variedad de carismas (franciscanos, monfortianos, combonianos, etc.) y de distintas procedencias, solo en mi clase éramos de más de diez países de cuatro continentes diferentes. Seguramente el encuentro y la amistad con tantos jóvenes “en camino” como yo me ha aportado mucho, dándome una amplia visión misionera.