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El Señor me dio la vida y yo se la devolví

Creo que el Señor me llama a entrar de puntillas en sus historias, en sus dificultades familiares y relacionales, a dedicarles mi tiempo, a hacerles entender que pueden hacerlo, y luego a apartarme, dejando espacio para lo que Dios quiera, en silencio y en oración.
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Soy Alessia, conozco la Comunidad desde hace tiempo. Después de varios años pasados en grupos parroquiales y diversas experiencias que me formaron, no sentí que éstas respondieran a mis preguntas, a mi deseo de ser para los demás.

La Providencia me hizo conocer a la Comunidad durante una semana misionera en la parroquia, que recogió mi deseo y, tras unos años de conocernos y formarnos en el grupo de jóvenes, me ayudó a descubrir mi vocación.

En 2019, en el mismo día dedicado a la vida consagrada, pronuncié con alegría mi primer “sí” a Dios y a los hermanos de la Comunidad. Sentí que, así como el Señor me dio la vida, yo también quería devolvérsela a Él y a mis hermanos.

Hermanos y hermanas que, en mi día a día, se traducen en chicos y chicas a los que, en diversas experiencias laborales, he ayudado a crecer.

Creo que el Señor me llama a entrar de puntillas en sus historias, en sus dificultades familiares y relacionales, a dedicarles mi tiempo, a hacerles entender que pueden hacerlo, y luego a apartarme, dejando espacio para lo que Dios quiera, en silencio y en oración.

No siempre es fácil. Me ayuda a reflexionar la figura del anciano y sabio Simeón, que también contemplamos en la liturgia de esta fiesta. Una persona que tuvo la paciencia y fue capaz de contemplar el rostro de Jesús.

Con él viajo para buscar cada vez más el sentido de mi vocación en el mundo, viendo a Dios en lo cotidiano.

Os deseo también a vosotros, en cualquier estado de la vida en que os encontréis, que seáis custodios de las vidas que se nos confían y que seáis simples signos de esperanza.