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Dios cuenta con los esposos

Sergio y Caterina conocen nuestra Comunidad desde su época universitaria, cuando asistían al grupo misionero de jóvenes (GimVi). Después de su matrimonio, continuaron su camino en el grupo de parejas, hasta que decidieron unirse a la Comunidad en 2006.
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Conocimos a Sergio y Caterina, responsables de la pastoral familiar en la Comunidad de Belo Horizonte. Nos presentaron a sus hijos y nos hablaron de su compromiso con otras parejas

Su historia familiar se caracteriza por la presencia de Sofía, su hija mayor, que nació con una discapacidad física y mental. La relación afectiva que viven en la familia con sus otros hijos ha permitido a Sofía desarrollar una gran capacidad de comunicación, que le permite relacionarse con sus hermanos y con otras personas con gran facilidad.

¿Qué ha supuesto el caminar con la Comunidad en su vida de pareja y de familia?
Descubrimos el amor esponsal de Dios por la humanidad y comprendimos que nuestro amor de esposos no era solo para nosotros, sino para todo el mundo.
Por eso, nuestros cuatro hijos saben que también tenemos que cuidar a tantos otros hermanos y hermanas. Al mismo tiempo, sabemos que Sofía, David, Cassio y Miguel son, ante todo, hijos de Dios para devolver al mundo.
Cuando eran pequeños, reunían sus ahorros en una sola hucha. Al final del año, el contenido se repartió a partes iguales entre los cuatro. Una vez nos sorprendieron decidiendo que había que dividir la suma entre cinco porque una parte iba a ser entregada a alguien necesitado.

¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta la familia brasileña hoy en día?
El país se encuentra en un momento de gran polarización económica y política y esto afecta directamente a las familias. Hay división y aislamiento, una visión egoísta e individualista de la persona humana. En algunos municipios se han promulgado leyes que condenan a quienes hacen obras de caridad. La propaganda oficial dice que la caridad fomenta la mendicidad y se acusa a las asociaciones que trabajan en el ámbito social de fomentar la pobreza.

¿Cómo han vivido las familias la pandemia?
Acompañar a las familias
durante este periodo nos hizo darnos cuenta de lo mucho que cada una de ellas sufrió tanto económica como emocionalmente. La estrecha convivencia a la que se vieron obligados, en lugar de crear más unidad familiar, provocó muchas divisiones y conflictos.
Durante estos dos años, hemos seguido reuniéndonos en línea con el grupo que acompañamos, formado por una docena de parejas con más de 10 años de matrimonio. Cada pareja ha dado testimonio de cómo las reuniones han sido un recurso importante para superar la crisis. Durante este periodo, decidimos no tratar temas de formación concretos, sino dar tiempo para compartir los miedos, retos y dificultades que estaban experimentando, fomentando el conocimiento y la amistad entre ellos.
Durante la pandemia, uno de los miembros del grupo perdió su trabajo como conductor del autobús que llevaba a los niños a la escuela. Además del problema económico, la depresión no tardó en aparecer. Compartir en el grupo lo que estaba viviendo estimuló la solidaridad de otras familias que se acercaron a él con donaciones de alimentos, pero sobre todo lo apoyó para reinventar su trabajo. El autobús escolar se convirtió en un autobús para el transporte de mercancías o grupos de adultos. Los propios miembros del grupo se encargaron de la publicidad en las redes sociales. Redescubrir el espacio de trabajo y sentirse tan querido y valorado no solo levantó su situación económica, sino que le hizo sentirse mucho mejor.

¿Qué actividades propone la Comunidad a las familias?
Hay propuestas de formación y evangelización. En cuanto a la formación, hay dos grupos misioneros, uno para parejas con menos de 10 años de matrimonio y otro para parejas con más de 10 años. Las pequeñas comunidades misioneras locales son grupos de parejas que se reúnen en los hogares para compartir la Palabra de Dios según un itinerario común.
Otro ámbito de formación del que se ocupa la Comunidad es el Centro de Amor a la Vida, en el que nos implicamos con otros dos matrimonios para apoyar a quienes tienen dificultades para tener hijos, incluso mediante la enseñanza de métodos naturales. Las parejas participantes proceden de toda la diócesis y durante la pandemia, gracias a las conexiones en línea, incluso de ciudades alejadas de Belo Horizonte.
En cuanto a la evangelización, la Comunidad propone dos experiencias: Caná y Arena o Roca. Fuimos testigos de que Caná salvó el matrimonio de varias parejas, recordamos una en particular, que había participado con el deseo de darse una última oportunidad. Después de su separación, el marido ha seguido asistiendo a las actividades ofrecidas por la Comunidad y, finalmente, ha conseguido traer a su mujer y reconciliarse con ella.
Este retiro siempre ha atraído a parejas de otras ciudades, así que pensamos en llevarlo a otros contextos bajo el nombre de Caná en Misión. Hasta ahora, lo hemos ofrecido principalmente en la región de Itabira, a 5 horas de viaje desde Belo Horizonte, pero hay otras 4 o 5 ciudades que están esperando. Algunas parejas de estas ciudades han acudido al retiro con la intención de crear un equipo para ofrecerlo en su propio contexto.

¿Qué les desearía a las familias?
Deseamos de corazón que todas las familias se sientan amadas por Dios Padre: que cada familia sea consciente de que ha sido pensada, esperada, esperada, deseada. Saber que la familia es un proyecto de Dios nos da mucha fuerza para transmitir la seguridad que da el encomendarse a Él.