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Valentina: cuidar y acoger a los que sufren

A los 23 años, tras licenciarme en enfermería, dejé mi familia y mi profesión para consagrarme a Dios como misionera. Desde hace varios años vivo en Costa de Marfil, donde coordino los Centros Médicos abiertos por nuestra Comunidad para atender a los sectores más frágiles de la población.

Desde que era niño, he sentido una gran sensibilidad hacia los que sufren. He observado con interés el trabajo de los profesionales de la salud, que tienen la preciosa tarea de estar al lado de los enfermos, atendiendo los problemas de salud de la comunidad. He pensado en los hospitales como un lugar privilegiado para establecer relaciones profundas y sinceras con los pacientes que, a veces, encuentran en el personal médico alguien con quien compartir dudas, miedos profundos, de quien recibir fuerza, esperanza y una presencia amiga.

Vivo mi ser misionero en los Centros Médicos de mi comunidad, porque son una encrucijada fundamental, un lugar de encuentro privilegiado para las personas que necesitan cuidados, atención, gestos de amor. Para mí es una forma concreta de afirmar su dignidad de hijos de Dios, amados y preciosos para Él, más allá de la religión, la etnia, la historia.

Uma consulta no centro médico de Yopougon

Me paso el día, varias veces a la semana, en contacto con nuestros médicos y enfermeras, intentando organizar y facilitar su trabajo. Son unas cuarenta personas que ofrecen una atención médica de calidad con el rostro fraterno y acogedor del carisma de la Comunidad Misionera de Villaregia. Con ellos vivimos también momentos de formación para que, más allá de los retos de la vida cotidiana, nuestro Centro se distinga por su atención a la persona.

A menudo estamos llamados a hacer mucho más que la responsabilidad de una unidad sanitaria. Hace unos días, por ejemplo, uno de los médicos me llamó porque observó que una joven madre no seguía las instrucciones dadas para tratar a su bebé de 6 meses. Así que la situación se estaba volviendo muy seria. Fue necesario, por tanto, implicar y sensibilizar también a los familiares y proceder al ingreso del niño en un hospital de la ciudad, proporcionando también ayuda económica. Nos trasladamos inmediatamente y pudimos tanto ponernos en contacto con la familia de origen como conseguir que el niño fuera hospitalizado rápidamente y salvar su vida.

Centro Médico “San Lorenzo” en Yopougon

Como misionero, traigo, en la oración y la celebración eucarística que vivo con mi comunidad, a las personas que encuentro cada día.

La gente está muy agradecida por nuestro servicio y a menudo nos da las gracias. Viviane es una de ellas: después del parto, vino a mostrarnos a la preciosa niña que había nacido unos días antes. Intentó expresar miles de agradecimientos al ginecólogo que la ayudó en un embarazo difícil y quiso poner al esperado bebé en los brazos de nuestro médico…

Alegrías y penas, retos y descubrimientos resumen el día a día de nuestros centros médicos, donde encontrar a Jesús y amarlo en los que sufren.

Un día con los Misioneros