¿Partir es recomenzar?
Hola, soy Gemma, soy italiana, tengo 28 años y estoy viviendo una experiencia de misión en México desde el 31 de octubre. En realidad, tengo que decir que esta experiencia empezó el verano pasado cuando un amigo, Giovanni, me dijo: “Voy a México, ¿quieres venir conmigo?”
En ese momento dije el primer Sí a Dios y a la misión. Vine aquí por tres semanas y regresando a Italia pensé cuan bien me sentía en misión, cuanto todavía necesitaba aprender de mí, cuanto me quería experimentar en un país lejano, hablando un idioma diferente, comiendo cosas demasiado picantes. Pedí permiso en el trabajo y ayuda a la Comunidad. Llegué, otra vez, en esta nueva casa, acogida en esta nueva familia.
Es difícil expresar qué es misión para mi. ¿Qué significa salir de mi propia casa, de mi confort, de mi seguridad? Salir, para mí, significa recomenzar, preparar maletas llenas de amor y nostalgia y llegar en un nuevo lugar, lista para vivir lo que Dios ha pensado para mí.
Misión, para mí, significa dejar mi familia, mis amigos, mi trabajo, mi carro, mi casa y llegar en una nueva Comunidad, aprendiendo a vivir de Providencia y a ser Providencia.
Misión, para mí, es encontrar a los pobres, los enfermos, los ancianos, los niños y donarles mi tiempo, mi servicio, mi vida.
Misión, para mí, es ver a Jesús a mi lado, cada vez que hago algo sencillo, cada vez que me entrego con todo lo que tengo, cada vez que miro ojos húmedos, cada vez que un sacerdote parte el pan y bendice el cáliz. Lo aprendí al final de mi experiencia, pero misión es dejarse amar por Dios y escucharlo; seguramente aún no he oído la voz de Dios, todavía me falta mucho para aprender a escuchar Sus palabras, pero puedo verlo en el camino hecho, en las experiencias vividas, en los amigos encontrados, en cada niño y en cada niña, en cada pobre, en cada enfermo que conocí. Lo vi en M. de J. niña que me eligió como su regalo de Navidad, lo vi en J. adolecente que, en la misión de semana santa, se acercó y rezó junto con sus amigos, lo vi en A. que me enseñó a rezar, lo vi en los misioneros y las misioneras que cada día aceptaron mi presencia rumorosa, lo vi en M. y en su preocupación por mi enfermedad.
Misión, para mí, es aceptar una enfermedad y, junto con ella, volar al otro lado del mundo con maletas llenas de medicamentos.
Misión, para mí, es servicio, entrega, donar la vida a los demás.
Misión, para mí, es dificultad. Quiero hablar también de los momentos difíciles, que pasan, que duelen, que me hicieron llorar mucho. Misión son muchas cosas bellas, pero, a veces, es enfrentar algunos problemas que en mi casa no tenía, o soledad que no siempre logré entender.
Regreso a Italia con el corazón lleno de amor y de amistad, con una nueva conciencia de Dios, con la esperanza de poder lograr vivir siempre este deseo misionero.
“No, no se puede explicar el amor; la única manera es amar. Mis dos monedas son mis ojos, con los cuales me reiré; mi boca, con la cual cantaré; mis piernas, con las cuales bailaré; mis manos, con las cuales acariciaré.
Mi lugar es donde se necesita el amor que siento por dentro y, si yo soy lo que siento, entonces mi lugar está en todas partes” A. Zappalá