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Con María y José hacia la Navidad

Después de invitarnos a despertar (primer domingo de Adviento), a convertirse (segundo domingo), alegrarse (tercer domingo), hoy Dios nos invita a fijarnos en dos personajes que nos ayudan a vivir este tiempo con autenticidad: María y José.

María es un modelo sobresaliente de las actitudes propias del Adviento: su fe, su silencio, su oración, su alabanza agradecida al Padre, su disponibilidad a la voluntad y al servicio de Dios, su confianza en la Palabra de Dios, que cumple sus promesas, la disposición para acoger al Señor que viene.

Como recuerda la Congregación para el Culto Divino: “La Concepción purísima y sin mancha de María, como una fuente preparación al nacimiento de Jesús, armoniza bien con algunos de los temas principales de Adviento: nos recuerda la larga espera mesiánica y rememora profecías y símbolos del Antiguo Testamento, utilizados también en la Liturgia de Adviento. …” (Directorio, 102).

Las actitudes de María se convierten en el modelo que todos los cristianos deben seguir para vivir el Adviento. Por eso Benedicto XVI la llama la “Mujer del Adviento” y la propone como modelo para este tiempo litúrgico.

Esforcémonos también por ser mujeres y hombres de Adviento. Mateo también nos presenta el Adviento desde el punto de vista de José, el santo silencioso y justo, fiel y respetuoso de la ley.

El Evangelio de este domingo nos muestra la lucha de José. Para los que conocemos el final de la historia, pasa casi desapercibido. Pero el texto dice claramente: “José, su marido, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto”. Llegar a esta decisión debió costarle más de una noche de insomnio.

La presentación del ángel a José en sueños, ante un situación tan difícil y complicada, no sólo pretende sacarle de apuros y devolverle la tranquilidad. Significa también para José una vocación exaltada.

José era legalmente el padre del niño y dependía de él, entre otras cosas, para darle un nombre. En este caso (lo mismo sucedió a Zacarías, el padre del Bautista), José es informado por Dios del nombre que iba a tener el hijo de María. En su nombre será Jesús, es decir, ‘Dios salva’. En este nombre ya está indicó la misión que Jesús traerá al mundo.

José está atento y obediente a toda inspiración del Señor, que le habla varias veces en sueños. Cuántas cosas podemos ¡aprender de la actitud de José! María y José pueden ser un ejemplo de cómo la vida puede desviarse del curso que habíamos planeado, cuando Dios entra en nuestra historia. Muchas veces insistimos en hacer figuras bíblicas o personas con fama de santidad como si fueran extraños o especiales, que tenían claro lo que Dios quería de ellos y cómo iban a conseguirlo, pero no es el caso. Todos tenían sus dudas y dificultades. Vivieron momentos de desconcierto, de no entender. Todos probaron el amargo sabor de tener que cambiar sus planes, sus vidas. En todo caso todos experimentaron la noche oscura del silencio de Dios o todos tuvieron que experimentar la noche oscura del silencio de Dios

Esto es lo que María y José nos enseñan: a estar siempre abiertos y disponibles para hacer la voluntad de Dios cuando se nos manifiesta, aunque vaya en contra de nuestros planes.